lunes, 10 de septiembre de 2018

Carta de Dalí y Buñuel a Juan Ramón Jiménez


Acabo de encontrarme con la carta que Dalí y Buñuel  dirigieron en su momento al poeta Juan Ramón Jiménez, por el mero hecho de tirar por tierra su valía literaria.
Aunque luego Salvador Dalí explicara el motivo de la carta, y sabiendo que cada generación llegaba innovando y rompiendo con la anterior, entiendo que no todo vale. Una misiva muy desfortunada y gratuita.


Carta de Buñuel y Dalí a Juan Ramón Jiménez

Sr. Dn. Juan Ramón Jiménez
Madrid
Nuestro distinguido amigo:
Nos creemos en el deber de decirle -sí, desinteresadamente- que su obra nos repugna profundamente por inmoral, por histérica, por cadavérica, por arbitraria.
Especialmente:
¡¡MERDE!!
para su Platero y yo, para su fácil y malintencionado Platero y yo, el burro menos burro, el burro más odioso con que nos hemos tropezado. Y para V., para su funesta actuación, también:
¡¡¡¡MIERDA!!!!
Sinceramente
LUIS BUÑUEL SALVADOR DALÍ

Explicación posterior de Dalí

En aquel momento queríamos mandar, para crear una especie de subversión moral, una carta a la persona más prestigiosa de España, únicamente para provocar una reacción y que la gente dijera: “¿Por qué lo han hecho?”, y tal y cual. Entonces habíamos escogido dos o tres, y habíamos pensado en Falla, que tenía un gran prestigio, para decirle que era un hijo de puta, etc.: lo más que se puede decir; los pusimos en un sombrero (los nombres), y salió Juan Ramón Jiménez. Justamente acabábamos de visitar a Juan Ramón el día anterior, que nos había recibido sentimentalmente: “A ver, esa juventud maravillosa…”, y dijo haber encontrado unos chicos magníficos en nuestro grupo. Entonces, sale en el sombrero y escribimos la carta, que era una carta terrible contra Platero, que el asno de Platero era un asno podrido, aquello de las estrellas era un sentimentalismo…; además, es verdad, a mí nunca me ha gustado Juan Ramón Jiménez, encuentro que es un poeta pésimo. En el momento de echar la carta, Buñuel tuvo una duda, pero la echó, la echamos, y al día siguiente Juan Ramón estuvo enfermo, diciendo: “No comprendo, un día antes recibo a estos chicos; me parecen… Y al día siguiente me insultan de la manera más grosera…” Y no lo comprendió nunca. Fue una cosa incomprensible.
[Agustín Sánchez Vidal, Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin, Barcelona: Planeta, 1988, pp. 191-192.]

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