sábado, 17 de diciembre de 2016

Bandera anarquista



          Sueños que sueñan con tardes de poblado minero. La mirada de un hombre descalzo y la mujer que escribió su inventada historia. No podía ser de otra forma.
          La mujer que ha soñado alguna vez,  ser la compañera del hombre descalzo,  la “otra”, ya agostó la fantasía. Las fantasías duran lo que se tarda en imaginarlas. La suya, lo justo para  conocer al hombre que piensa la vida al contrario.
          En la soledad de la chimenea, “la otra”, la que dejó todo por ser la sombra de él, se muestra hospitalaria con la mujer que va tras la historia del hombre que se pierde en Sierra Leona, Sierra Mágina o Sierra Morena; huyendo de capitales carnívoras y abandonando a los  que lo amaron para volver a la tierra que vomitaba plomo.
          Le ofrece vino y embutido,  en la pequeña estancia. Una bandera anarquista, separa la habitación donde comparte entusiasmos con el hombre que rechaza el lecho para dormir al raso, mientras ella espera, en la noche, que traspase la tela. Entonces, quizá piense que valió la pena renunciar a su acomodada vida de ciudad, a su marido e hijos.

La mujer que la envidia, hace conjeturas, se pregunta con qué frecuencia traspasa el hombre la cortina-bandera;  Y, por unos segundos, desea  ser “la mujer otra”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario