sábado, 29 de julio de 2017

Miguel Hernández

 
 
Hace unos meses fui con unos buenos amigos a  Quesada (Jaén) a visitar el Museo Miguel Hernández, integrado en el Museo Rafael Zabaleta. Cartas, biografías de Miguel y de Josefina, natural de Quesada, poemas y objetos personales, te sumergen en el universo del poeta. Un cúmulo de emociones difícil de barajar ante el dramático testimonio de una vida comprometida por defender la libertad.  
 
Miguel y Josefina
 
En la antesala del Museo
 
Condenado a pena de muerte, se le conmuta por la de treinta años.
 
  Reproducción de la celda donde encontró la muerte de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante.

Dos imágenes del  audiovisual sobre su vida
 
 
Fragmento del poema que le escribió su amigo Aleixandre, donde hace referencia al hecho peculiar de que no pudieron cerrarle los ojos tras su muerte 
 

No lo sé. Fue sin música.
Tus grandes ojos azules
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante,
cielo de losa oscura,
masa total que lenta desciende y te aboveda,
cuerpo tú solo, inmenso,
único hoy en la Tierra,
que contigo apretado por los soles escapa.
 
Nadie gemirá nunca bastante.
Tu hermoso corazón nacido para amar
murió, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio..
 
Vicente Aleixandre

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