Mañana de agosto en el Sur.
Abrir,
con respeto, el arcaico cajón de madera —casi un acto sacro— y unos minutos
antes de profanar el interior de un siglo de reposo… Cerrarlo, sin profanarlo, otro años más. Recortes pajizos de periódico, documentos
díscolos, nombres borrados de la estirpe, cartas de letras reconocibles de dos
hombres... Quizá el verano próximo te
atrevas a adentrarte en el vientre de madera y encuentres los secretos que ya
presumes y, te confirmarán que los secretos deben continuar siéndolo.
Por
esos secretos
eres
hoy quien eres.
Y el porqué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario