sábado, 23 de enero de 2021

Máscaras




      Una góndola con  su proa dorada y sus luces triunfantes, lleva a bordo a la Peste, a la Muerte, y a un arlequín. No nos miramos.

        Un Carnaval conocí a la mujer de pies palmeados. Desde entonces estoy perdidamente enamorada. Ni las paredes ni los canales se interponen entre nosotras. Ella supo nada más mirarme que yo no era un hombre. Le gustaba mi bigote postizo. ¡Es tan hermosa! La mujer de los pies palmeados vive siempre cerca de Dios y del Diablo. No quiere alejarse de ninguno de los dos. Sus ojos de gata se cuelan sin tropezar.


 

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