CUANDO
una situación se desborda, hay que escarbar dentro, sin guantes. Mojarse las
manos, hasta que goteen. Llegar, con ecuanimidad y comprensión hasta el tuétano. Los remedios esporádicos o
de urgencia tan solo encubren las causas. La aparente asepsia no evitará que los
episodios se reproduzcan una y otra vez. Las situaciones se vician y cronifican. Por otro lado, las medidas
drásticas quizá acabarían erradicando los dilemas, pero el coste emocional
puede ser muy traumático. La primera premisa que hay que tener en cuenta es ¿Qué
hay detrás de una reacción determinada? ¿de un comportamiento inhabitual? Porque siempre, siempre, hay un germen, por lo
general externo.
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