domingo, 18 de febrero de 2018

¿Quién dice que los parques son para los niños?



La fascinación de un parque desierto por el atroz frío y viento desangelado de diciembre a las diez de la mañana. Y tú la niña que fuiste, que eres, a pesar de los surcos y las heridas del tiempo; montas en el columpio y por un rato la vida se detiene. El tiempo te concede una tregua.  Y comienzas a reír a carcajadas sin importarte la extrañeza de ese hombre que pasea un perro, la mirada de reojo de la mujer que pasa de prisa. Y gritas y ríes y ríes y luego, de pronto, te das cuenta que estás llorando incontrolada e inconsolablemente ante la mirada del hombre que te abraza para que no tengas miedo otra vez, otra vez, otra… 



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