(Un poema muy sencillo y antiguo que escribí para ti, admirado Lorca. Como verás, muy influenciada por tus letras. Con el tiempo, tuve que alejarme de tu embrujo)
DICEN, FEDERICO
I
Fue la madrugada de un 18 de agosto
y no a las cinco de la tarde,
en tu Granada
que te rompieron el resuello
y silenciaron tus letras.
Y la LUNA
dicen, Federico
se refugió entre dos jazmines
para llorar a escondidas de las estrellas
porque no quiso ser cómplice de tu asesinato.
Sus lágrimas se cuajaron en tu pelo
y simularon ser rocío.
II
Ni toros, ni ataudes, ni el GERANIO
ni los chopos de la acequia
fueron testigos de tu muerte, Federico
¿Se doblaron acaso las espigas
cuando tus rodillas tocaron a tierra?
Tu sangre
manchó la blanca Granada
de un luto eterno, y
dicen, Federico
que las golondrinas bebieron
en el charco del delito.
III
Nadie trajo la SÁBANA
nadie te cerró los ojos de carbón
ni tocaron las campanas
en la noche doliente
sólo el silencio
dicen, Federico
se arrodilló
al ver tu sangre derramada en el barranco.
Cerca de la fuente de Ainadamar
"Ay, fuente de las lágrimas
...¿por qué os lleva la arena y no la sangre?
...no le digáis al alba vuestro luto..."
Escribiría Dámaso.
IV
Y te dieron "café, mucho café, porque
dicen, Federico
que eras de "cascara amarga."
Dejaste de esconderte debajo del piano
al oír las bombas
"ADAN" quedó por siempre inconcluso
y en la Huerta de San Vicente
enmudecieron los pájaros y las chicharras
… y las granadas no se abrieron a su fruto.
V
Desde entonces la UMBRÍA
el yerbazal y las enredaderas tísicas
no aparece en los versos.
Dicen, Federico
que los GITANOS y sus QUEJÍOS
recorren las vereas y los ríos sin descanso
por si un día te da por volver.
¿Quién enamorará a la LUNA
como tú lo hacías, Federico?
¿Quién escribirá Odas al
olivo firme y sabio, o
a las lujuriosas vides?
¿Quién, Federico?
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