viernes, 25 de marzo de 2016

Poesía Joven

Interesante artículo de Villena  con el que comparto muchos puntos de vista. ¡Es tan difícil encontrar una voz propia! Pero el problema no se reduce a los jóvenes poetas jóvenes, no. Hace muchos años que no tenemos en España un autor/a de referencia.  


solomon8ALGUNOS APUNTES SOBRE LA POESÍA JOVEN DE AHORA MISMO

Quienes desde hace no pocos años ya hemos seguido, con relativa y bienintencionada curiosidad la poesía joven última (es importante recordar que hay también una poesía última de poetas mayores o consagrados) nos encontramos ante una perplejidad que he comentado con varias personas conocidas –ayer con el editor y poeta Abelardo Linares- y es la clara falta de camino o la excesiva pluralidad de referentes, muy distantes unos de otros, con los que se mueven los jóvenes de ahora. 
Todos sabemos que las “generaciones” siempre terminan por ser plurales y diversas, pero suelen tener en sus inicios un centro o foco que es un referente que se afirma, se niega o se matiza. En la generación del 70 –la mía- fue el esteticismo y la recuperación de la modernidad histórica para nuestra poesía, si se quiere (y en el salto había injusticias) la unión con lo que fue el 27, un religamiento con aquello. En la generación del 80 el eje estuvo en el uso del realismo meditativo (a mi saber la mal llamada “poesía de la experiencia”) y en asumir la maestría de las voces mejores y ya plurales del 50… ¿Cuál es ese eje ahora, en los poetas que provisionalmente he llamado “generación de 2000”? Ciertamente yo no lo veo, y eso que hice una antología que quería ser panorámica para acaso buscarlo, “La inteligencia y el hacha”, Visor, 2010.
Si la ruptura o mejor alejamiento de los postulados básicos del 80 es un signo muy claro, pero el más esperable o menos definidor, no hay otro eje de referencia. En parte siguen valiendo (para los más “metafísicos”) los nombres de Valente o Gamoneda, pero ya valían para otro grupo o vector de la generación anterior. Se dijo que muchos “volvían a los novísimos” a recoger esa herencia, pero salvo nombres individuales en un lado y en otro (buscadores y buscados), eso dista mucho de ser una tendencia general. Es muy visible en el cordobés José Luis Rey y de modo más general, en el también cordobés Joaquín Pérez Azaústre, pero no hablamos de ninguna tendencia amplia. Los nometafísicos, los que buscan más la tradición clásica o la poesía del realismo meditativo, con repuntes esteticistas, más allá de algún novísimo, también tienen referentes anteriores que asimismo compartían con la generación previa, sea García Baena o Francisco Brines. No parece haber un motivo axial y eso (acaso un “espíritu del tiempo”) unido a una maduración mucho más lenta en poetas y escritores en general, que sienten la evidente crisis de valores del mundo globalizado, pero que también son víctimas de pésimos planes de estudio y una disparata caída de la cultura y la educación en España hace ya más de quince años, todo ello incide en la falta o dispersión de referentes y en esa maduración tardía ya mencionada y que, si puedo decirlo así, y con pena, es otro signo identitario de una nueva generación que busca pero que parece costarle mucho encontrar. 
Un tiempo se habló de un poeta norteamericano, anciano ya (nacido en 1927) John Ashbery      –bastante traducido al español- como de un poeta referencial. Y si es seguro que ha habido muchas discusiones sobre el rol de la última poesía de Ashbery (a mi saber bastante repetitiva en sus últimos libros), pero no se nota la influencia directa del poeta, sino es en un signo mucho más general de los más jóvenes: el paso de una poesía impresionista demasiado leve (Juan Antonio Bernier) a otra que busca peso incluso “filosófico” y una  supuesta hondura que, a veces, puede ser un mero hermetismo de ardua dilucidación, caso de la cuidada pero fría poesía de Carlos Pardo. Esa búsqueda “filosófica” –no sé si a veces ingenua, como si reclamar a Wittgenstein fuera poseerlo, y que dio una parte del título de mi antología “La inteligencia y…”- está también en poetas de corta obra como Abraham Grajera o Fruela Fernández, que nunca han pasado de la minoría de la minoría, y que por tanto sólo serían significativos de un sector muy pequeño de esta nueva generación…
A mí los poetas nuevos –en su mayoría- solo empiezan a gustarme de verdad cuando empiezan a dar libros sólidos siempre cerca de la cuarentena: Luis Muñoz, Álvaro García, Lorenzo Oliván o  Antonio Lucas. Me gusta mucho la poesía de Juan Antonio González Iglesias y de Aurora Luque, pero a ratos pienso que con ellos tengo bastante hermandad poética yo mismo, aunque crea independientemente en su calidad muy lograda. Pero si notables, ninguno de los aludidos últimos son un centro o eje generacional. En realidad no existe tal eje y eso lleva a muchos jóvenes a dar ( o aparentarlo) palos de ciego.
Suelo recibir muchos libros de jóvenes y procuro leer la mayoría. En los poetas menores de 35 años (lo confieso) nunca hallo interés o sorpresa. A menudo se trata de libros bien hechos y sobre todo bien escritos, pero en todos falta esa “voz” personal, sin la cual nunca hay gran poeta. Para no quedarme en nombres conocidos de los lectores iré a poetas para mí desconocidos hasta su lectura: Jorge Villalobos y  Daniel Vázquez Barros. El primero tiene veinte años y se ha inaugurado con un librito malagueño titulado “Mi voz que te reclama” (2014). Un libro lleno de vigor juvenil y de mucha ingenuidad torpe con vagos recuerdos de lecturas de Aleixandre o de Miguel Hernández. Jorge es el clásico poeta joven lleno de buenas intenciones y si se quiere de fuerza lírica en bruto pero que aún tiene todo por hacer. Recién ha comenzado a salir del cascarón.  Vázquez Barros tiene treinta y siete años y ha publicado más libros que el leído por mi pero que desconozco. Su libro “Música para un dragón” (2014) es exactamente lo contrario al del joven Villalobos; aquí nos encontramos con poemas en general muy logrados en diferentes tonos y facturas, desde el soneto impecable pero impersonal (labor de homenaje)  hasta el poema en prosa o la secuencia erótica muy directa.  El poeta muestra su indudable virtuosismo formal pero asimismo (entre tantas opciones) su falta de voz personal, lo que siempre parece difícil de decir cuando estamos ante un libro bien escrito pero que no funciona como buena poesía, fuera del tono “homenaje”.  Hablo de dos casos muy distintos y los dos inmaduros en maneras diferentes de la inmadurez. Y este hecho, el de leer libros de poemas que te gustan pero que se borran enseguida por falta de voz o de fuerza o de ambas, es un hecho muy repetido (en mi caso al menos) cuando leo libros jóvenes.
Se me dirá que no hablo de mujeres, de poetas ellas, y creo que son menos aunque su número crezca. Después de Ana Rossetti o Clara Janés (que son de mi quinta) sólo me ha gustado de verdad Aurora Luque e Isabel Pérez Montalbán, ambas muy distintas. Entre mis preferidas Ana Merino, Balbina Prior, Elena Medel, Raquel Lanseros o Ana Gorría. Creo que Medel y Lanseros están dejando atrás el pelotón, si sirve esta comparación mala.  Ninguna (salvo Aurora) me parece aún lograda a un nivel alto, pero pueden llegar a él, por supuesto.
En un momento se ha hablado también de una “poesía radical”, una poesía de protesta que no olvidara la necesaria calidad poética y lingüística, ahora (lejos de la antigua “poesía social”) viene de Ángel Petisme o de Jorge Riechmann, ambos de la generación anterior y antologados por mí, hace mucho. Ciertamente hoy existe también esta otra línea que ha dado poetas como David González  o Rodrigo Muñoz Cruz y que se ha recogido (con bastantes más poetas, hombres y mujeres, más hombres) en antologías no excesivamente bien divulgadas, como “Qué nos han hecho” (2008) de Lluís Pons Mora o  “Esto no rima. Antología de poesía indignada” (2012) de Abel Aparicio. Claro que aunque hablo de una línea parcialmente generacional, estas antologías no son estrictamente generacionales ninguna.
¿Me he perdido en estas notas al hilo de mi experiencia lectora? ¿O están algo perdidos los más jóvenes de esta generación plural –muy plural- inmadura hasta casi los 40 años y que no tiene un tronco axial (ni en lo hispánico ni en otras lenguas) que defender o atacar? No lo sé. Y es una respuesta no inusual cuando te preguntan por la poesía última joven: “No lo sé”. Creo que hay poetas bien maduros como José María Álvarez que en sus últimos libros es bastante más novedoso y poderoso que muchos jóvenes.  En Francia las llamadas “poéticas postmallarmeanas” han terminado por casi desecar el tronco fértil de la poesía francesa. En Italia aún se lucha, en no escasa medida, por salir de la cárcel de oro del gran hermetismo y de sus muchos y epigonales derivados. No es nuestro caso o no del todo. La poesía hispánica y anglosajona es más rica ahora que la francesa  o la italiana, pero como bien dijo Octavio Paz la poesía sucede ahora –y lo dijo hace veinte años- en las catacumbas, y siendo ello verdad ha de notarse en la poesía más joven, especialmente, recordándonos que algo debiéramos hacer contra esa situación, aunque nos supere, con una culpa que viene a sumarse al decaimiento general y muy grave de las humanidades y a los muy bajos niveles de cultura.  Todo es algo que está ahí, en el mundo peor que vivimos y es del todo inevitable que no afecte a los poetas más jóvenes, de modo singular.
En medio de una poesía joven que tarda mucho en madurar y que tiene tantos referentes que (no ordenados) parece, a ratos, que no tuviera ninguno; en esta oleada de libros –masculinos o femeninos- bien hechos pero sin voz propia, en esa apariencia de libros dignos (muy dignos a veces) que dan palos al aire como buscando un camino que no hallan, hay por supuesto una certidumbre aplicable a algunos nombres –pocos- citados más arriba, poetas o poetisas, las buenas voces terminan por salir y sólo ellas de veras importan. ¿Y el panorama joven actual? Confuso. Incluso, muy confuso. Pero esperanzador, es evidente, aunque llegue con retraso. No vivimos buenos tiempos, tampoco para la lírica y perdónese la obviedad tan obvia.
Luis Antonio de Villena (artículo publicado en la revista Entre Ríos de Granada)

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